En tiempos en donde el tema de la obesidad es tratado masivamente por numerosos medios de la prensa mundial, una luz de alarma se enciende para todas aquellas personas que intentan bajar de peso. Los niños juegan videojuegos en vez de hacer deporte como antes, los adultos tienen cada vez menos tiempo para cuidar la dieta acechados por los nuevos ritmos del trabajo… ¿Qué hacer para conseguir el equilibrio?
Empecemos por el principio: el desayuno. Es la comida más importante del día y no sólo contribuye a una dieta sana, sino también al correcto funcionamiento del organismo durante el resto del día. Si se quiere cuidar: mejor pan integral que blanco, evite huevos fritos o revueltos y es preferible queso de bajas calorías a la margarina o manteca. Los cereales son una gran opción para dejar de lado las
variaciones de fiambres.
El secreto para el resto del día está en las raciones: resulta más efectivo comer poco en varias veces que comer mucho en sólo una o dos
ocasiones. Al mediodía, confíe en que las ensaladas pueden ser muy sabrosas si se las condimenta bien. Si opta por carne, evite las salsas y el aceite. También al arroz y a los fideos, puede agregarle verduras y legumbres, no es un pecado.
Por la tarde no debe caer en la tentación de pasar por la panadería y volver con una bolsa llena de bizcochos y dulces. Mejor un yogur o alguna fruta, para que a la noche no se coma todo lo que encuentre en la heladera. A la hora de la cena, una sopa en invierno y un pequeño sándwich de pan lactal en verano aparecen como ideales. ¡Tome siempre mucha agua!
Es difícil lograrlo, pero si hay algo bueno que tiene hacer dieta, es que se depende de uno mismo para lograrlo y además le hacemos un bien a nuestro cuerpo. ¡A intentarlo!
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