Vocación equivocada


Todos nacemos con cualidades diferentes y es bastante fácil reconocerlas; basta con prestar atención a cómo se sienten cuando hacen algo que les gusta.

Hacer algo placentero, permite concentrarse hasta el punto de perder la noción del tiempo cuando lo hacen, y es una forma de meditación que abre la puerta a la creatividad.

En un mundo globalizado donde la competencia por los lugares de trabajo cada día se hace más feroz, es necesario discriminar con mayor exactitud cual es la actividad que hacen con más facilidad, que les atrae, y que les sale mejor que a ningún otro que conocen.

Afortunadamente las personas no disponen de solo una cualidad sino de muchas, por eso, para lograr un mejor desarrollo personal y mejores oportunidades de trabajo, también hay que tener en cuenta otros elementos para elegir profesión.

La zona de residencia limita las posibilidades de algunas carreras pero favorece las de otras, ya que la formación universitaria está diseñada para generar profesionales aptos para las necesidades regionales.

Creo firmemente que cuando se nace en un lugar es por algo, porque estoy convencida que la vida tiene un propósito, por esta razón afirmo que lo primero que hay que hacer es analizar todas las posibilidades que brinda el contexto en que viven y las posibilidades de trabajo y no dudar que si éstas condiciones en alguna medida satisfacen sus aspiraciones, elegir quedarse será la mejor decisión.

Dejar la familia, no es lo más conveniente, teniendo en cuenta el costo económico de tal decisión y el detrimento de la calidad de vida, ya que el estudiante deja de estar contenido y se encuentra solo, en un momento en que más contención necesita.

Conseguir la más amplia información sobre oficios y carreras que tienen a su alcance, es uno de los pasos más importantes en el proceso de orientación vocacional. Para esto existen publicaciones al alcance de todos, que se actualizan todos los años y que se venden en todos los kioscos.

Es bastante común que algunos estudiantes que están por terminar sus carreras, de pronto sientan que se equivocaron.

El final de una carrera es el fin de una etapa y el principio de otra que exigirá la responsabilidad de hacerse cargo de la propia vida.

Como es un duelo difícil de elaborar, algunos deciden comenzar otra carrera para no abandonar su vida de estudiantes.

Aprender a confiar en las propias decisiones es una señal de fortaleza, porque es la seguridad no existe, y si en algún momento decidieron algo fue por algún motivo importante.

El que sufre un ataque de indecisión, cuando sólo le quedan unas pocas materias para terminar, se sentirá mejor si consigue el título, porque la frustración será menor y además estará habilitado para empezar a trabajar y costearse su propio error.

A veces los estudiantes se desilusionan de las carreras por las materias, sin saber que éstas son apenas los requisitos para acceder a una profesión pero que no son las profesiones.

Recién cuando empiezan a ejercer es cuando van a estudiar como corresponde. Con cada paciente, cada juicio, cada obra que esté a su cargo como profesionales se sentirán obligados a recurrir a los libros que supuestamente ya conocen.

Porque lo más importante no es acordarse de todo lo que estudiaron, sino recordar dónde tienen que buscar esa información y lograr la integración.

Toda decisión implica un riesgo porque en la vida todo lo que hacemos es un salto al vacío sin red, de modo que si alguna vez se equivocan, que es muy posible porque nadie es perfecto, será para aprender una lección que no deben ignorar.

Los errores no se pueden evitar pero siempre habrá que pagar un costo por ellos, porque lo contrario sería actuar en forma irresponsable; y si desean ser respetados como adultos tendrán que aprender a ser responsables de todos sus actos.

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