Las desavenencias


En la familia, el trabajo, entre amigos siempre surgen las desavenencias que es no convenir en las opiniones o no concordar en algo entre dos o más personas. Una desavenencia surge ante un desacuerdo pero se asocia a disgusto y conflicto, aunque no tiene que ser así. Más bien se debe entender como una diferencia.

Conocemos parejas que tienen desavenencias religiosas o políticas y son muy felices. Igualmente, observamos padres e hijos que se llevan muy bien a pesar de las desavenencias en la forma de vestir o de comportarse entre ellos.

El problema aparece cuando convertimos la discrepancia en una contienda o querella que deteriora la confianza, el amor, cariño, familiaridad, amistad o compañerismo. Entonces estalla el conflicto y si éste se expande pondrá la relación en peligro y alcanzará niveles de antagonismo y hostilidad. Por un mal manejo de las desavenencias se provocan un sinnúmero de divorcios, separaciones familiares y rupturas de amistades. La desavenencia no es destructiva pero la pelea que puede ocasionar si. Por ello, se debe hacer lo posible por evitar el conflicto sin renunciar a cada punto de vista.

Lo primero, es entender que la persona con quien tengamos el desacuerdo es un ser querido y en el que se ha confiado. Es la persona que se escoge para ser cónyuge, amante, amigo, forman parte de la familia como padres hermanos y parientes o es un compañero de trabajo.

En segundo lugar, hagamos un balance de la relación con esta persona. Seguramente llegarán a la conclusión que están de acuerdo en incontables cosas, que mantienen intereses comunes en distintas áreas y que solamente desentonan en un punto particular. Es posible que se lleven bien en todo pero diverjan en política o en deporte.

Al hacer este inventario de la relación se darán cuenta que coinciden en por lo menos diez contextos por cada uno que difieren. Por ejemplo, una pareja puede estar de acuerdo en la forma de vestir, de educar a los hijos, en el manejo del dinero, en estilo de vida, en religión, en el amor, en el sexo, en estar juntos, en las metas a lograr, en como celebrar las fiestas, disfrutar las vacaciones, pero mantener desacuerdos en la política. Es obvio que por esa sola razón no se debe terminar la relación amorosa, o familiar, o de amistad, sea el caso. Lo que se debe hacer es dedicarle a la discusión del tema discordante un máximo del 10 % del tiempo y previamente convenir que las partes no dejarán de quererse aunque no lleguen a un acuerdo. Verán que muy pronto lo que parece tan importante y vital, dejará de serlo.

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