Distintas son las formas en que las personas experimentan la depresión. Es un trastorno afectivo que varía desde bajas transitorias del estado de ánimo a un síndrome clínico de gravedad y duración importante. Su carácter e intensidad sintomática varía según el individuo, pero el primer paso es la búsqueda de ayuda.
Los expertos coinciden en caracterizarla como un estado crónico en el cual se ve perjudicado seriamente el ánimo del sujeto (no solo psíquica sino también físicamente al individuo) entre sus síntomas evidentes pueden enumerarse los cambios de hábitos en la alimentación, aumento o pérdida de peso, trastornos de sueño (insomnio o exceso en las horas de sueño), pereza, tedio, falta de alegría, sumado al desánimo, falta de interés hacia las otras personas o actividades que antiguamente causaban placer, sin olvidarnos de la tendencia a irritarse con facilidad (agitarse o enojarse).
Debemos tomar conciencia de que se debe dar un paso a la vez. Lo importante para superar esta situación es la búsqueda de ayuda tanto del entorno afectivo (familia y amigos) como así también de especialistas.
Como punto de partida es primordial el replanteo de proyectos y objetivos para la vida, como así también incorporar nuevos hábitos saludables tales como la práctica de deportes y la buena alimentación.
Cabe aclarar que es desaconsejable el consumo de sustancias psicoactivas si no van acompañadas de la debido administración y cuidado de un terapeuta.
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