Tips para comenzar a cambiar nuestro estilo de vida por uno más saludable


Se oye hablar mucho acerca de que debemos mantener un estilo de vida saludable, pero ¿qué significa eso? En general se tiende a pensar que una persona sana es aquellas que no fuma, se mantiene en un peso saludable, come sano y hace ejercicios. Suena simple, pero del dicho al hecho se trata de algo muy complicado de implementar. El cambiar nuestros hábitos es algo que insume mucho tiempo y además esfuerzo de parte nuestra, y por ello no ocurre de un día para el otro.

El truco es entonces el hacer pequeños cambios, tomar medidas simples y a corto plazo que vayan modificando nuestras conductas paulatinamente para así lograr alcanzar ese tan recomendado pero tan poco explicado, estilo saludable.

Hoy en VivirSalud les traemos algunas maneras de comenzar a implementar una vida sana sin tener que recurrir a cambios drásticos que a la larga no sirven para nada y empeoran la situación.
Ejercicio

Uno de los mayores problemas hoy en día a nivel general, es la falta de actividad física. Si bien sabemos que el hacer ejercicio es bueno para nosotros, lo evitamos como si fuera la peste, por el hecho de que estamos muy cansados y estresados y eso no nos impulsa para nada a salir a correr ni ejercitarnos. El sedentarismo nos asecha tanto en los trabajos como en el hogar y el ejercicio poco a poco es eliminado de todas las actividades a no ser la de ejercitarse específicamente. La verdad es que debemos superar ese aplastamiento que la rutina nos genera y tomar ímpetu para comenzar a movernos, ya que cuanto más lo hagamos, más saludable se volverán nuestros días. No es necesario comenzar de un día para el otro y lanzarse a correr 10 km. sino comenzar de a poco agregando a la rutina actividades moderadas como las tareas del hogar, la jardinería y el caminar, ya que pueden hacer la diferencia y incluir el movimiento en nuestra vida diaria.

Simplemente añadiendo un poco de movimiento a nuestras vidas podemos:
Reducir el riesgo de cardiopatías, accidentes cerebro vasculares y diabetes.
Mejorar la estabilidad de la articulación.
Aumentar y mejorar el rango de movimiento.
Ayudar a mantener la flexibilidad con la edad.
Prevenir la osteoporosis y las fracturas
Mejorar el humor y reducir los síntomas de ansiedad y depresión.
Mejorar la autoestima
Mejorar la memoria en personas mayores.
Reducir el estrés.

Teniendo en cuenta esto, incluso si se optamos por pequeños cambios, vemos que los beneficios son muy importantes y numerosos. Aquí les traemos una lista de pequeños cambios que hacen a la diferencia, ya que cada poquito cuenta, y todo se suma a la quema de más calorías y la mejora de la salud.
Apagar el televisor y, una vez a la semana, hacer alguna actividad entretenida al aire libre con la familia. Jugar afuera o pasear serán sin dudas actividades más más activas y saludables que sentados en el sofá todo el día.
Caminar más. Debemos buscar la forma de caminar más dentro de nuestra rutina. Bajarnos del autobús unas paradas antes, subir por las escaleras en vez de por el ascensor, dar un paseo alrededor de la cuadra, sacar al perro a dar un paseo extra cada día o caminar en la cinta son actividades que no insumen mucho tiempo pero que ayudan a nuestro cuerpo a sentirse mejor.
Hacer alguna actividad física dentro de hogar mientras miramos televisión. Un caminador o una bicicleta fija pueden ser grandes aliados a la hora de ejercitarnos en el hogar sin dejar de ver aquello que siempre vemos en TV y por ende sin modificar drásticamente nuestra rutina.
Hacer nosotros mismos las tareas del hogar. Palear la nieve, trabajar en el jardín, rastrillar las hojas, barrer el piso: este tipo de actividades no constituyen de por sí una ejercicio fuerte pero nos mantienen en movimiento dentro del hogar y este es uno de los cambios fundamentales que debemos implementar.
Llevar la cuenta de todas las actividades físicas que realizamos en un día. Si al momento de leer nuestra lista encontramos que la mayor parte del tiempo nos lo pasamos sentados viendo el televisor nos enfrentaremos directamente al hecho de que debemos movernos más y tal vez eso genere un cambio en nuestra cabeza.

Como podemos apreciar, la implementación de un estilo de vida más saludable no tiene por qué significar cambios drásticos. De hecho, los cambios drásticos casi siempre conducen al fracaso. Hacer pequeños cambios en la forma de vivir cada día evidentemente es algo más eficiente y que a la larga aporta a grandes beneficios. Es importante animarnos a cambiar y a comenzar con pequeñas modificaciones que desembocarán inexorablemente en una vida más sana.

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