Aprendamos a comunicarnos


¿Alguna vez ha tenido un jefe que lo regaña por todo y no le reconoce su trabajo? ¿Ha tenido un empleado que llega tarde o no atiende su oficio? Y, se pregunta en cada caso: ¿Cómo hablar con su jefe para que le trate bien o qué decirle a su empleado para que cambie de actitud? ¿Cómo debemos comunicarnos?

Bueno, esta situación sucede exactamente igual con nuestros hijos: No sabemos como hablar con ellos y como establecer las normas del hogar. Ellos, por su parte, sienten que no son tomados en cuenta y que les quieren imponer reglas sin explicación alguna.

Cómo comunicarnos con los hijos

Nuestros hijos sienten tensiones, problemas con los amigos, estrés, tristezas y alegrías y necesitan la opinión de sus seres mas admirados. Para lograr que se establezca esta comunicación es inevitable observar su comportamiento, aprender a conocerlos. A intuir y saber si están sensibles, irritables, tristes o enamorados. Con mucha frecuencia hasta ellos mismos se sienten confundidos, se muestran callados y necesitan que les aclaren sus emociones. La mejor forma de hacerlo, es oírlos y sentirlos, sin críticas ni juicios. Debemos ponernos en lugar de ellos recordando que también tuvimos su edad y entonces nos sentimos incomprendidos cuando también hicimos nuestras travesuras.

Si de normas en el hogar se trata, es preciso que se establezcan reglas claras y consecuencias para su incumplimiento. Lo mejor es dejar que participen y lograrlas de común acuerdo. Se asombraran de lo que piensan sus hijos cuando se les pide su opinión y se establezcan los compromisos con ellos.

Como comunicarnos con los padres.

Cuando pensamos en nuestros padres los situamos muy distantes, como si ellos no supieran de qué se tratan nuestras vidas ni de lo que esta sucediendo. Es común escuchar la pregunta ¿Cómo les cuento esto a mis padres? Pues muy sencillo: ¡Hablando! Preguntándoles su opinión ante determinado tema, no necesariamente de algo que nos este pasando, sino de situaciones generales, también consultándoles de nuestro pasado y el de nuestra familia. Allí descubriremos de donde venimos y cuales son nuestras raíces e iremos abriendo canales de comunicación y averiguando que ellos de repente no opinan tan distinto de nosotros. Así muy rápidamente estaremos hablando de adulto a adulto y estableciendo un respeto en la relación. No esperemos a sentirnos como extraños con nuestros seres más queridos, nuestros padres y nuestros hijos. Abramos ese mundo mágico que se llama la comunicación.

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