La Resistencia al Psicoanálisis


Cuando empecé la carrera de Psicología, sin tener la más mínima idea sobre su contenido, en Argentina estaba de moda la teoría de Sigmund Freud; y todas las demás teorías eran como simples satélites del Psicoanálisis.

Todo se refería a ese encuadre teórico ya sea a favor o en contra.

Particularmente el psicoanálisis a simple vista no me parecía práctico como terapia ya que exige un largo tratamiento, que la mayoría de las veces se hace interminable. Además, esa característica hace que sea un recurso terapéutico destinado a una “elite” y de hecho su inusitada fama en algunos círculos al principio se debió a que destacadas personalidades del ambiente artístico e intelectual se sometían a ese tratamiento.

Sin embargo, con el paso del tiempo y luego de mi experiencia como psicoterapeuta, aprendí que para conseguir resultados duraderos, no se puede eludir el pasado de los pacientes que han quedado con alguna fijación a etapas tempranas del desarrollo y que la sexualidad todavía en el siglo XXI sigue siendo el principal motivo de conflicto en los seres humanos.

Así como todo cambio significativo es rechazado en toda sociedad debido al esfuerzo que requiere adaptarse, salvo excepciones, así el psicoanálisis tuvo que sufrir resistencias, pero es indudable que se trata de uno de los más importantes aportes para la Psicología.

La ciencia se renueva constantemente porque cada respuesta científica crea nuevos interrogantes, de modo que los científicos están obligados a buscar nuevos descubrimientos.

La teoría psicoanalítica no fue un invento de Freud, sino que él tuvo la suficiente lucidez y memoria como para crear una teoría coherente relacionando un vasto conocimiento teórico.

Basado en la doctrina del conocido neuropatólogo Charcot sobre la histeria, y en las experiencias a partir del empleo de la hipnosis, Freud trascendió su objetivo original, que era conocer el origen de los síntomas neuróticos.

Después de una década de indiferencia absoluta, de pronto el psicoanálisis se convirtió en centro de interés para algunos y también de la más encarnizada reprobación para otros; aunque se puede decir que aunque en menor medida su teoría aún tiene enemigos.

Sin embargo, el movimiento psicoanalítico aún perdura a pesar de sus detractores que se empeñan en desprestigiarlo y ha tenido a lo largo de la historia de la psicología destacados seguidores.

Freud pensaba que con el tiempo se llegaría a descubrir una base orgánica en el origen de las neurosis, pero en aquella época, a principios del siglo pasado, los conocimientos sobre el comportamiento patológico humano sólo se podían basar en supuestos y fundamentarse mediante la cita de historias clínicas.

El estudio de la histeria mostró la relación entre los síntomas somáticos y los procesos psíquicos del pasado, ya que en estado de hipnosis se podían provocar en forma experimental en el paciente los mismos síntomas somáticos de la histeria.

La teoría del inconsciente de Freud, no fue bien recibida por la generación de médicos de esa época que tenían una formación organicista, de manera que lo enfrentaron con decisión, con el recurso de que un estado psicológico difícilmente puede llegar a ser comprobado científicamente.

La propuesta de Sigmund Freud fue considerada pura fantasía que pertenecía más al campo de la mística que a la ciencia, la práctica de la hipnosis como supercherías sin fundamento y los síntomas histéricos pura simulación.

Freud consideraba que las fuertes resistencias contra el psicoanálisis no eran de índole intelectual sino que eran de origen afectivo; y esto era lo que explicaba el apasionamiento y la falta de lógica de las críticas.

Freud pensaba que la sociedad se conducía frente al psicoanálisis igual que el individuo neurótico que se somete a un tratamiento; porque esta teoría comete la afrenta de herir fuertes sentimientos de la humanidad al darle el principal papel al inconsciente y al minimizar el valor del yo consciente.

Por otro lado, no es fácil evaluar una teoría tan compleja si no se conoce con la debida profundidad, ya que es preciso aprenderla para poder formular un juicio.

Freud consideró que su condición de judío pudo también haber contribuido al rechazo de su teoría.

Fuente: Obras Completas de Sigmund Freud, Libro III, “Las Resistencias contra el Psiconálisis”, página 2801.

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