Esas horribles actitudes que adoptamos cuando estamos a dieta


Cuando estamos inmersos en una dieta en la que apostamos todo nuestro bienestar, suelen surgir de nosotros actitudes que canalizan lo dificultoso que nos resulta el proceso y que por ello nos hacen muchas veces entrar en conflicto con nuestro entorno. Se trata de una especie de síndrome de abstinencia que sentimos por dejar paulatinamente aquellos hábitos alimenticios nocivos para nuestro cuerpo pero tan adorados por nuestro paladar.

El proceso de desintoxicación y de adaptación a nuevos hábitos alimenticios, como hemos dicho, puede convertirnos en personas con un carácter bastante problemático y por ello aquí les dejamos algunas de esas horribles actitudes que adoptamos cuando estamos a dieta para que, ante el menor indicio, tratemos de evitarlas.
Suponemos que todo el mundo está a dieta

Este ítem va mano a mano con el anterior. Nuestra profunda inmersión en el mundo de la dieta y de la bajas calorías hace que olvidemos que los demás no tienen por qué necesariamente llevar la misma vida que nosotros. No es bueno estar constantemente diciendo a quienes nos rodean qué deben comer o cuántas calorías tiene aquello que planean ingerir porque acabaremos por colmar sus paciencias y quitarles el hambre y las ganas de estar con nosotros.
Solo hablamos de nuestra dieta

Cuando nos encontramos a dieta, una de las secuelas que nos genera la ingesta reducida de alimentos es la necesidad de mantener nuestra boca ocupada hablando constantemente de nuestro exitoso régimen. Todo nuestro entorno ha de estar encantado con nuestra pérdida de peso pero eso no quiere decir que estén dispuestos a escuchar durante las 24 horas nuestras auto-alabanzas constantes.
Hacemos a los demás sentirse culpables cuando comen

Cuando estamos a dieta y asistimos a una cena con amigos solemos canalizar nuestro deseo y la insatisfacción que sentimos de no poder comer como quisiéramos, haciendo sentir mal a quienes si pueden. Solemos hablar tanto de nuestro deseo de comer aquello que no podemos que terminamos por quitar el apetito a quienes se apenan de nuestra desesperación y nos ven codiciar aquello que se están llevando a la boca.


Somos desalentadores

Otra de las actitudes frecuentes en las personas a dieta es la de quejarse constantemente por aquellos manjares perdidos. Este tipo de respuestas a la dieta son las más perjudiciales tanto para nuestros propósitos como para quienes nos rodean. Es completamente insoportable oír a alguien quejarse todo el tiempo y además esa actitud nos vuelve propensos a dejar la dieta en cualquier momento.
Nos volvemos obsesivos

No es normal tampoco el volvernos adictos a la suma de calorías y a depender en un 100% de los valores nutricionales de todo lo que vemos. Asimismo se vuelven odiosas las personas que se jactan de conocer la cantidad de calorías de cada uno de los alimentos y que cuando se les ofrece una pastilla mencionan cuántas calorías tienen como si fuera para los demás un dato relevante.
Hacemos sugerencias sin que nos las pidan

Muchas veces el hecho de estar a dieta nos hace pensar que ya somos expertos en lo que a la pérdida de peso implica. Si tenemos amigos con problemas de peso estaremos tentados a intentar contarles acerca de nuestra experiencia y de recomendarles qué comer y qué hacer. Es importante que si estamos en esta situación tengamos en cuenta si nuestro amigo nos está pidiendo realmente un consejo o no. En ocasiones las sugerencias hechas sin que nos las pidan pueden ser contraproducentes y pueden hacernos ver como engreídos o como superados respecto a la materia.

Sabiendo que esto nos puede llegar a pasar es bueno estar alerta de nuestro propio comportamiento y tratar de evitar estas horribles actitudes para poder estar en armonía con nuestro entorno y con nosotros mismos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario