Los Vínculos


Los problemas de relación interpersonal afectan a la mayoría de las personas. Nadie se prepara para desarrollar buenos vínculos porque esta capacidad se adquiere naturalmente a través de la experiencia con personas significativas, que no siempre han sido satisfactorias; y el vínculo más importante para todos es el que se logra con la madre.

Una madre equilibrada y tranquila, que puede brindar amor a sus hijos y no los rechaza, promueve la creación de un vínculo sano que les permite a los hijos fortalecer su autoestima, aprender a confiar en ellos mismos y en los demás, evitando fallas de carácter que pueden afectar todas sus relaciones posteriores.

Aunque la experiencia sea decisiva para desarrollar buenos vínculos, también se puede intentar aprender a relacionarse mejor.

A algunos les resulta difícil vincularse con sus pares cuando utilizan a sus amigos sólo cuando tienen problemas o cuando necesitan algo; y aunque todos alguna vez, en alguna medida hayamos necesitado la ayuda de un amigo, no es este el objetivo último de la amistad.

Nadie es perfecto y exigir la perfección a nuestras relaciones tampoco es una pretensión aceptable ya que también nosotros cometemos errores, de manera que es necesario aceptar a los demás como son y si nos defraudan no dudar en darles una nueva oportunidad para restablecer el vínculo, sin guardar rencor.

Señalar los errores es saludable, pero no es buena idea dar consejos, porque nadie es dueño de la verdad y todos nos equivocamos.

Hay gente que es capaz de renunciar a algo importante para ayudar a alguien que es significativo en sus vidas, que está en dificultades. Si esta actitud es desinteresada y no crea dependencia, esa persona conoce el verdadero significado del amor y siente que éste es un valor fundamental por sobre todas las cosas materiales.

Es importante comportarse de la misma forma con todas las personas con las que nos vinculamos afectivamente, sin hacer diferencias entre ellos aunque sean distintas.

Los vínculos muchas veces promueven la competencia, la envidia y los celos, cuando se tiene baja la autoestima y se necesita ser superior a los demás, o cuando no se puede tolerar ser superado por otro en ningún aspecto, porque se pretende ser perfecto; y cuando no se sabe compartir los afectos y la persona se vuelve posesiva.

Para tener buenas relaciones interpersonales hay que saber escuchar con atención al otro y comprenderlo, ser accesible y no levantar muros para protegerse; ser sincero, transparente y sin dobleces, no ser susceptible ni remitirse a experiencias anteriores para evaluar un comportamiento o una actitud y aprender a confiar y a entregarse sin poner tantas condiciones.

Cuando una persona es escéptica y se vuelve descreída, se aísla porque generaliza, evalúa a todos por igual y pierde la esperanza de encontrar en la gente alguna diferencia.

De esta forma tenderá a tener relaciones frías, superficiales e impersonales, la amistad no será su prioridad y buscará otras formas de derivar sus necesidades de afecto. En estos casos, tal vez pueda llegar a pensar que el amor hay que comprarlo y centrarse así en acumular dinero para obtenerlo.

Más difícil que recibir afecto es darlo, pero para eso es necesario evitar poner obstáculos o ponerse a la defensiva.

Es necesario poder abrirse a los demás y ser capaces de hablar con otro de las propias necesidades y miedos, cuando es necesario y cuando se siente que hay alguien que está dispuesto a escuchar. Porque expresar en palabras lo que se desea, así como lo que no se desea, puede aliviar y brindar bienestar; además de dar la oportunidad de escuchar otro punto de vista y a veces, hasta atreverse a cambia

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