Adelgazar con la dieta personalizada


En un futuro no muy lejano la nutrigenómica, novedosa rama científica, podría propiciar una dieta personalizada “exacta” que supondría un “arma letal” contra la obesidad y evitaría el desarrollo de otras enfermedades.
Ni dietas estrictas de adelgazamiento, ni pastillas para eliminar grasas, ni peligrosos ayunos para combatir la obesidad, ni arriesgadas intervenciones quirúrgicas. En un futuro próximo, una ciencia novedosa, la nutrigenómica, permitirá establecer la dieta “exacta” para cada individuo para protegerle de por vida de la obesidad.

Esta rama científica de vanguardia permitirá también determinar por qué algunas personas consumiendo lo mismo, alcanzan sobrepeso y desarrollan enfermedades, y otras no.

“Los conocimientos en nutrigenómica permitirán recomendaciones alimentarias que nos ayudarán a alcanzar una vida, no solamente más longeva, sino también de mayor calidad”, aseguró el doctor José María Ordovás, director del Laboratorio de Genómica y Nutrición de la Universidad de Tufts (Boston, EE.UU.), colaborador científico del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y uno de los mayores expertos mundiales en la novedosa ciencia.

La nutrigenómica estudia la predisposición de cada individuo a padecer las enfermedades más comunes como la obesidad, afecciones cardiovasculares o el cáncer, para poder actuar sobre ellas.

ENFERMEDADES POLIGÉNICAS

“Son enfermedades poligénicas, fruto de una combinación compleja de los comportamientos de nuestro genoma, que determina que unos individuos estén más expuestos que otros a padecerlas", señaló Ordovás.

"La genética -subrayó- hace que respondamos mejor o peor a las dietas, de ahí que en un futuro cercano seremos capaces de conocer, gracias a la profundización en el estudio del genoma, cuál es la más apropiada para prevenir o combatir enfermedades y otros problemas, como la obesidad".

Sin embargo, este especialista advirtió de que se necesitarán todavía “varios años más” para aplicar con precisión las investigaciones derivadas de la nutrigenómica a los grupos de alto riesgo, aunque también cree que será "en la próxima década" cuando se extenderán a la población en general.

DESCUBRIR MÁS GENES

Sobre la obesidad en sí, el investigador recordó que en la actualidad los avances están encaminados a descubrir más genes que inciden en ella, así como las mutaciones que marcan el riesgo de padecerla.

“Ya se han reportado alrededor de 250 genes relacionados con la obesidad, aunque su número final todavía no es conocido”, comentó.

Acerca de la "mejor dieta" para cada individuo, Ordovás dijo conformarse de momento con que sea “la que consumían sus antepasados”.

"El genoma en pocas generaciones es capaz de adaptarse al medio ambiente", dijo el científico español, quien señaló que las bondades de la dieta mediterránea, por ejemplo, son atribuibles no a un componente concreto, el aceite de oliva o el pescado, entre otros, sino a la combinación de todos ellos.

Las dietas equilibradas que prescriben los especialistas en nutrición y los endocrinólogos tienen por su parte efectos positivos si se siguen a rajatabla, combinados siempre con ejercicio físico y vida saludable, pero todos sabemos lo difícil que es seguir estas pautas durante mucho tiempo.

Lo mismo puede decirse de los fármacos adelgazantes, que no pueden tomarse durante un período largo y pueden causar efectos secundarios.

Una prueba de ello es la advertencia difundida días atrás por autoridades científicas en relación con los productos adelgazantes enriquecidos con ácido linoleico pueden provocar serios problemas de salud.

Según un estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas de España, realizado con razones de laboratorio en su fase experimental, el consumo prolongado e incontrolado de los compuestos adelgazantes estudiados como forma principal de perder peso "puede provocar verdaderos estragos en el hígado".

"Enfermedades como la obesidad, las afecciones cardiovasculares o el cáncer, tienen un componente genético al 50 por ciento y el resto lo determina la actividad física, la nutrición o los comportamientos", precisó el doctor Ordovás.

El investigador recordó también el problema de la globalización en los hábitos alimenticios que supone la comida rápida, a la que Ordovás achaca el incremento de la obesidad, lo cual se debe, a su juicio, a que los genes "no están acostumbrados" a ella.

"Aparte de que esta alimentación ha llevado al genoma a la Torre de Babel, ha alejado por otra parte al individuo del aspecto lúdico que la comida tiene habitualmente, como un momento de "disfrute" y de "contacto con los amigos”, y ha destruido la comunicación que existía entre la evolución genética de cada pueblo y el medio en el que habita", ha comentado el científico.

EN PLATO DE POSTRE

Ordovás se lamentó también de que, por ejemplo, en la sociedad actual los mensajes sencillos sobre la aplicación del sentido común a la alimentación saludable se vean eclipsados por los mensajes no saludables en los que hay detrás millones de dólares de inversión.

“Ese sentido común sería comer de todo, pero siempre en platos de postre”, señaló Ordovás, quien recordó que estos consejos no tienen “desgraciadamente” la fuerza de las campañas publicitarias de las firmas de comida rápida, implantadas en todo el mundo.

Sobre las razones genéticas de la aparición de la obesidad, Ordovás expuso que un niño hijo de familia de obesos tiene muchas más posibilidades de ser gordo de mayor que otro que no tiene estos antecedentes, pero también hay que tener en cuenta "otros factores como las migraciones o el cambio de los estilos de vida".

El investigador puso el ejemplo de los habitantes de las islas del Pacífico, quienes en las películas de Hollywood de los años cuarenta aparecían en pantalla como prototipos de nativos esbeltos y ágiles. Sin embargo, a partir de la Segunda Guerra Mundial, un cambio en los hábitos de alimentación, importados de EE.UU. y de otros países “desarrollados”, ha provocado en los originarios de la zona un incremento de los índices de obesidad hasta llegar al 94 por ciento.

“No olvidemos que en EE.UU. ese índice es del 67 por ciento y en Alemania del 66”, dijo Ordovás, quien aseveró que hay grupos étnicos que están más expuestos a la obesidad que otros porque “sus genes ahorradores de energía que les permitían resistir el hambre y la necesidad ancestrales se han vuelto ahora contra ellos cuando han accedido a la abundancia”.

Lo mismo ocurre, añadió el experto, con los hispanos que han emigrado a EE.UU. o los latinoamericanos que se han afincado en España, que “han roto el equilibrio de los genes ahorradores y adquieren sobrepeso al comer con ansia”.

Otro ejemplo de adaptación genética es el caso de la intolerancia a la lactosa, “totalmente natural y biológica en el caso de los países asiáticos, algunos africanos e incluso mediterráneos”. Sin embargo, en el norte de Europa, debido a la dependencia de los lácteos, los genes se adaptaron hace miles de años a ese medio ambiente y son raros los casos de pobladores de esas zonas afectados de intolerancia a la lactosa.

Ordovás recordó que el problema sanitario que afecta actualmente a EE.UU. con los problemas derivados de la obesidad, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, se está reproduciendo en los países de acogida de emigrantes.

“Nuestros hábitos alimentarios actuales, caracterizados por el desajuste de horarios, provocan un desequilibrio con nuestro reloj genético, lo que favorece la aparición de enfermedades metabólicas”, concluyó Ordovás, y agregó que “mutaciones en los “genes reloj” pueden incrementar todavía más los riesgos".

No hay comentarios:

Publicar un comentario